
Un frío invernal se apoderaba de aquella noche de otoño, yo volvía de una fiesta, estaba cansadisimo. Solo el bosque me separaba de mi querido hogar. Era una noche oscura recuerdo, los faroles que iluminaban el camino del bosque no funcionaban y como por si eso fuera poco, una espesa bruma lo abrazaba. Dos opciones tenía, una era rodear el bosque hasta llegar a casa, pero eso era muy largo y la otra opción era atravesarlo. En ese momento el cansancio pudo más, me armé de valor y me dispuse a cruzar mi tan querido, pero tenebroso bosque.
La oscuridad, la bruma y un silencio casi absoluto, me hicieron recordar el significado de la palabra miedo. Es curioso, el miedo no se fundaba en haber escuchado algo, en haber visto algo, si no en todo lo contrario. Es esa sensación de que el silencio ya no puede soportar más y que es cosa de segundos esperar que algo lo rompa, lo que me atemorizaba. Por suerte la razón fue buena compañera y me hizo auto-convencerme de que nada extraño pasaría, que el camino a recorrer no era tan largo y que bueno, los fantasmas, los muertos vivientes y esas cosas, eran solo cosa de películas. Y pues así fue, más rápido que nunca, ya había atravesado el bosque, solo quedaba rodearlo por unos minutos más y ya estaría en casa.
Ya casi marcando el código para entrar en la residencia, me detuve a admirar el hermoso paisaje que había dejado atrás... jamás pensé que el bosque podía verse tan lindo envuelto en la bruma. Pensé en ese minuto que sería buena idea tomar algunas fotos para compartir en algún momento con los amigos, y para que en tal circusntancia no se dijera que era un cobarde, decidí adentrarme una vez más en el bosque, lo suficiente como para obtener mejores fotos.
Caminé esta vez hacía el otro lado... ya tenía todo listo para tomar la foto, pero la camara extrañamente no quería funcionar. Me senté en el borde de un árbol para ver si podía solucionar el "problemita técnico"... fue en ese momento en que creo comenzó todo. Primero me vino una sensación de paz máxima, luego el ya postergado sueño hizó lo suyo... no recuerdo bien, pero supongo que fue el frío lo que me "despertó", ahí estaba, a los pies de un solemne árbol, el viento me había cubierto de hojas secas... semi-dormido, semi-despierto, no lo sé muy bien, pero lo que en ese momento veía era increíble. El bosque mutaba!!!. A los ya númerosos árboles del bosque, que por cierto, casi conozco de memoria, se sumaban emergíendo desde el suelo, centenares de árboles semi-transparentes... algo así como un bosque fantasma. Eran quizás los espíritus de antiguos árboles caídos, pasado y presente perfectamente superpuestos, no lo sé, pero el bosque cobraba una potencia inimaginable. Y yo???... yo no tenía miedo, más bien me sentía feliz, más liviano... hasta semi-transparente. Corrí, reí, trepé árboles (de los normales y de los otros)... jugué con las hojas secas, por momentos me sentí volar. Después de tanta algarabía, el sueño volvió a mi en el lugar de partida, sí, al lado del solemne señor árbol... como ya me sentía parte del bosque, decidí dormirme ahí... me acomodé entre hojas secas (ahorrandole trabajo al viento) y me dormí... no sé cuento tiempo pasó, pero aparentemente el frío volvió a despertarme. Ya no habian árboles semi-transparentes, ni yo me sentía liviano. Decidí volver a casa y creer que como en las películas, todo había sido un sueño, un sueño mágico en un bosqué mágico.