domingo, febrero 12, 2006

Maestro!!!....y el bandoneón!!!???

Ahí estaba ella, en medio de aquella pista inmensa que es la vida, vestido negro ajustado a su figura, tajo al lado, sus piernas largas en medias de encaje negro, taco alto marcando la postura, pañuelo en sangre anudando su cuello, pelo firmemente tomado, y su mirada fija en alguna parte. Yo sentado en una esquina jugando al seductor, cigarro en mano, un brazo sobre la mesa, el otro sobre una pierna, en fin, mi mirada en ella. Un bandoneón evidenciando el sentimiento, un contrabajo impulsando el movimiento. De pie, paso firme hacia ella...un último paso, mi mano bajando por su espalda invitando a matar las distancias, dos miradas que suben al cielo para encontrarse en un golpe de luz, dos miradas que siguen su camino, la mia buscando el escote de su espalda, la suya fija en alguna y ninguna parte. Su cabezita de angel apoyada entre mi hombro y mi mejilla, nuestras manos jugando a reconocerse, sus piecesitos en punta, su cuerpo buscando el mio.

Un violin recordando el dolor de oscuras noches de mentira y soledad, un arpa conciliadora ilusionando con un último tango infinito. Zapatos de suela dibujando un dulce poema de amor, la persigo en caminata bonaerense, pero sus miedos junto con el bandoneón esconden el sentimiento. Maestro!!!...que pasa con el bandoneón!!!??? ... Un, dos, tres, piano traicionero tejiendo una amarga separación. Un violin desgarrado se alinea esta vez con mi dolor, otros dos lo hacen con el de mi angelito. En la desesperación un remolino, dos, tres giros, su pierna jugando indiferente alrededor de la mía. Ella quiere jugar el juego que se supone yo jugué con ella.

Contrabajo a contraluz...luz, un haz de luz se lanza a colarse entre nosotros, la distancia ya está hecha, nuestras manos se dan una última mirada, su cuerpo ya no busca el mio y mi mano pierde aposento en su espalda. Mi mirada buscando la suya, la suya que baja...un, dos, mediogiro y una lágrima negra que me da la espalda...tres, cuatro, la crónica de un piano feliz...cinco, seis violines desconsolados me acompañan viendola partir...siete, ocho y un borrachito en la barra que grita “maestro!!!...maestro!!! y el bandoneón!!!???...

(p.d:La foto es de la pintora argentina Cristina Bergoglio)

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